DMT: La molécula del espíritu
Puente entre mundos · Visión del origen · Recuerdo del alma
El DMT (N,N-Dimetiltriptamina) es una de las sustancias psicoactivas más potentes conocidas por el ser humano… y, paradójicamente, también una de las más naturales. Presente en muchas plantas maestras —como la Mimosa hostilis, la chacruna o el yopo— e incluso en el cuerpo humano, el DMT ha sido llamado por muchos “la molécula del espíritu”.
🔹 Un lenguaje más allá de las palabras
A través de milenios, pueblos indígenas de la Amazonía han trabajado con preparaciones que contienen DMT en contextos sagrados, especialmente mediante la ayahuasca, para comunicarse con los espíritus del bosque, sanar el alma y recordar la verdad profunda del ser. No se trata de una “droga” o un entretenimiento: se trata de un sacramento, una llave que abre el tejido invisible de la realidad.
Quienes lo han vivido con respeto hablan de encuentros con entidades luminosas, geometrías vivas, memorias cósmicas, visiones del nacimiento, la muerte y la unidad primordial. Dicen que no alucinas: recuerdas. No viajas: regresas.
🔹 ¿Por qué está en nosotros?
El DMT ha sido encontrado en la glándula pineal de mamíferos, y en trazas dentro del sistema nervioso humano. Algunos lo relacionan con los estados liminales de conciencia: nacimiento, sueños lúcidos, experiencias cercanas a la muerte, visiones místicas.
Quizás no sea una sustancia externa, sino una herramienta interna, dormida, que nos recuerda que la materia no es todo, y que la conciencia es el verdadero espacio de exploración.
🔹 Uso sagrado y responsabilidad
En ChamaniK no promovemos el uso recreativo ni irresponsable del DMT. Toda planta o molécula sagrada requiere de contexto, contención y propósito. El trabajo con estas sustancias debe estar guiado por la intención, el silencio y la integración.
El DMT no es una escapatoria: es un espejo. Y lo que muestra, no siempre es fácil… pero siempre es verdadero.

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